jueves, 5 de febrero de 2009

Aumentar nuestra energía

El clérigo me indicó que me sentara en una pequeña porción de terreno despejado delante del retorcido y nudoso árbol y entre los arbustos. Él se sentó conmigo.
-El padre Sánchez me ha contado que usted tuvo una experiencia en una montaña ¿Puede recordar como se sentía?
-Me sentía ligero y seguro ...y conectado
-¿Conectado de qué modo?
-Me cuesta describirlo. Como si todo el paisaje fuese parte demí.
-¿Pero cuál era la sensación?
Medite un minuto. ¿cuál era la sensación? Entonces se me ocurrió la respuesta obvia:
-Era amor - dije-.Creo que sentía amor por todo.
-Sí-asintió él-. Eso es. Sienta lo mismo por el árbol.
-Pero espere, espere-protesté-. El amor es algo que ocurre de improviso. No puedo forzarme a amar cualquier cosa.
-Usted no se fuerza a amar. Usted permite que el amor entre en su ser. Pero para hacerlo debe preparar su mente recordando cómo era lo que sentía e intentando volver a sentirlo.

Miré el árbol y procuré recordar aquella emoción de la cumbre. Gradualmente, comencé a admirar su forma y su presencia. Mi apreciación creció hasta que, efectivamente, sentí una emoción amorosa. La sensación era exactmente la misma que yo recordaba como niño por mi madre y como adolescente por la niña especial que era objeto de mi "amor infantil". No obstante, pese a que estaba mirando el árbol, aquel amor particular existía como un sentimiento general de fondo. Yo lo amaba todo.
El cura se apartó unos cuantos palmos y se volvió a mirarme con intensidad.
-Bien-dijo-Está usted aceptando la energía. Noté que sus ojos parecían ligeramente desenfocados.
-¿Cómo lo sabe? - inquirí.
-Porque puedo ver que el tamaño de su campo de energía aumenta.
Cerré los ojos y traté de llegar hasta la intensidad de sentimientos que había alcanzado en lo alto del risco, pero no me fue posible duplicar la experiencia. Lo que sentía estaba en la misma dimensión, aunque en grado menor que antes. El fracaso me llenó de frustración.
-¿Que ha pasado?-preguntó el clérigo-. Su energía ha decaído.
-No lo sé. Simplemente, no he podido hacerlo con tanta fuerza.
Me contempló, primero, divertido, luego impaciente.
-Lo que usted experimentó en la montaña fue un regalo, un descubrimiento importante, una mirada a un camino nuevo. Ahora debe aprender a tener la misma experiencia por si sólo, paso a paso, un paso cada vez. - Se situó algo más lejos y continuó observándome-Vamos, siga probándolo.

James Redfield- Las nueve Revelaciones

1 comentario:

carmen dijo...

Como siempre, mejor no me puede venir.
Muchas gracias, Eva.